miércoles, 6 de octubre de 2010

Hay que dar lugar a un poco de duda

Me voy a dormir 1 horita de siesta. Por supuesto que se convirtieron en 2 o 3. Ya no me acuerdo pero se que me pase. 3 despertadores me puse, igual no funcionó. Creo que es algo que le pasa a todo el mundo. No soy la única. Florero le clavo cuatro horas, lo que me consuela. La ducha para revivir cerebralmente. Infaltable. Se está volviendo clave en mi vida. Los findes hago lo mismo. Porque sino no arranco. Me voy a dejar el pelo suelto y sin secarlo con la toalla, a ver si remo un poco el león que tengo. Por supuesto que eso no pasó, solo sucede en mi mente. Donde también tengo 40 cm más de largo. Mientras tanto atado con trenza y una de las hebillas que le compre a Lolo. Cuatro millones de invisibles, porque los rulos rebeldes o los que dejo que la vida me despeinen no quieren acomodarse. Me quiero pintar las uñas pero se que en el momento en el que lo haga voy a tener ganas de ir a hacer pichi. Tipico nuestro, una vez que decimos darle belleza a las manos, tenemos 8 botones para desabrochar del pantalón. Ni hablar que te pica la oreja, te llaman por teléfono, tenes que escribir algo, hay que responder un mensaje del chat, te dan ganas de sonarte la nariz, vas y agarras esa tijera que no agarraste en todo el día. Típico. Cuando no podemos hacer algo surgen las urgencias no tan urgentes ni tan necesarias. ¿Por qué justo cuando sabemos que tenemos que dejar las manos inmóviles, queremos tocar todo? Me pasa seguido y tengo que recurrir a pasarme el algodón con quitaesmalte y volvérmelas a pintar. Por estar mirando el esmalte que esta posado desde hace como dos semanas al lado del tele vi la cara del pibe de ojos claros de la novela. Como me gusta. Hace un personaje medio boludo, pero no me importa. Yo suelo prestarle atención a ese ítem de la raza masculina. No siempre, pero me pasa seguido.

Todos los electrodomésticos se me rompen. Ya no duran como antes, me dijo mi mamá, y es comprobable. Nosotros tenemos la misma heladera donde me aposentaban a mi cuando era bebe y me ponían en penitencia. Bueno no es que me dejaban ahí sola, no eran inconscientes, pero lo hacían sosteniéndome. Lo hacia mi verdadera mamá, esa que es tan álter ego como el mío pero a ella le sale naturalmente. Ojala tuviese su voz. Canta espectacular, no como yo que suelo hacerlo en la ducha con la música muy alto para no aturdir a los vecinos. Siempre pienso que lo pueden hacer, porque yo escucho sus voces a veces. Espero que no porque se van a asustar o por ahí se ponen a acompañarme con la guitarra. Volviendo a los aparatos de mi casa. Todos los que tienen el pronombre “el” se autodestruyen. EL televisor, EL microondas, EL calefón (funciona cuando quiere y se apaga también). Yo me pregunto ¿Por qué no aprenden de LA cafetera?. Ella sigue intacta y la tuvo que remar muchas veces. No sigo diciéndolo a ver si se me rompe y no puedo consumir el café que me provee el sol. No hay comparación. Somos fans. No queremos a la competencia. A menos que este dispuesta a aportar dinero a la causa radiofónica. Tengo que salir a buscar gente que quiera hacerlo y poner todo mi encanto. Sonreír y hacerme la simpática. No me sale, igual no soy la única, mi amiga de la facu PH me dijo que tampoco lo suele hacer. Que bueno que no soy solo yo.

Hoy tire papelitos. Mate dos pájaros de un tiro. No de los pájaros que aparecen en las remeras que están de moda ahora. No me compraría una así porque me ponen nerviosa, como a florero las mariposas. Tire tickets del súper, del cajero, de compras viejas, algunas de hace 1 año. Me acorde que estaba haciendo en esa época y no me gustaría repetirlo. Una bolsa gigante albergo todos y cada uno de esos pedacitos. Sin antes romperlos en mil partes, por supuesto. Placer de escuchar el “jjjshhh” que hacen cuando se quiebran. Algunos son mas fáciles de romper y se desliza la mano sin problemas. Otros cuestan mas y se vuelven mas complicados llegando a reducir la cantidad que vuela de un solo saque. Como las relaciones. ¡Que buena analogía encontré! No importa. Llene la bolsa. Que bueno esta sacarse todo eso de encima. Quise correr el escritorio a la otra habitación. Porque la mía tiene que tener solo un uso. Ser habitación y nada más. La cama tiene que ser el centro de todo. Creo que es hora de cambiarla de lugar. De una forma más divertida y también practica para poder barrer. Las pelusas sino se van a juntar y me van a contar cuentos para que me duerma. Quiero dormir con las ventanas abiertas. Me produce una sensación muy agradable de noche ver hacia afuera y sentir que no me están mirando por mas que casi ¾ de mis paredes sean vidrio. El único problema es a la mañana, cuando sale el sol. Esta bueno que salga, aun sean las 11 de la noche, pero no que me despierte cuando por fin una noche pude desparramarme entre las sabanas…

3 comentarios:

  1. -antes de cenar me pinte las uñas para que no me toque lavar los platos!
    -sugerencia para la cama:diagonal!!! es lo mas!!

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  2. Evidentemente tengo la mala costumbre de pintarme las uñas no sólo en momentos inoportunos, sino en los lugares mas inapropiados, es ley! El otro día en la plaza tomando mate con unas amigas, el sábado en el medio de un cumpleaños donde sólo conocía a 4 de las 20 personas que estaban ahí. Debe haber algo oculto entre la manera de pintarse las uñas y la personalidad de la dueña de las uñas, estoy segura!

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  3. crónica anunciada de una vida cotidiana sensacionalista!!! Creo que el efecto de "se acaba el año dentro de poco" tiene mucho que ver con este fenómeno del que yo, incluso sin verme afectado por el dilema de la pintada de uñas, también me siento atrapado! Un beso, tuiky. Muy lindo! =)

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