domingo, 30 de enero de 2011

Reglas para entender a Julieta.

Analizando un poco las cosas, en realidad demasiado, gracias a la falta de café que me propiciaron estos días llegue a ciertas conclusiones. Uno se pone grande y empieza a estar mañoso. Ni hablemos si vivís solo. Olvidate que tengas algo de tolerancia para con la gente a la que llamas padres. No porque no los quieras, no porque no los aceptes, simplemente, uno ya sabe muy bien lo que espera de cada día. No es una cuestión de tener armada la vida, sino de saber que hoy te levantas y queres eso. Llamémosle “eso” a objetivos como que el café este a la temperatura justa cuando estas desayunando, a tomarte un taxi a las 4 de la mañana porque tenés sueño, que el maquillaje no se te corra, tener organizadas las vacaciones 1 mes antes, etc. El resto de las cosas que se atraviesen en tu camino en los minutos que le restan al día pueden sorprenderte o llevarte en contra de la corriente, pero mirando para atrás hacia las 7 de la mañana y acordarse de que el desayuno estaba como vos querías puede darle un par de puntitos positivos a la cuestión. Dentro de este marco reflexivo sobre lo que se esta seguro de querer y lo no querer, paso a enumerar algunos ítems que considero podrían alegrarme la multiplicación de segundos que tengo de acá hasta que deje de respirar. Ya que estoy entrando en la edad de considerar a mi próximo compañero de departamento a la persona con la que intente pasar el resto de mi vida, va dedicado a todo el que quiera hacer el esfuerzo.

En primer lugar, quiero que las cosas sean fáciles. No porque busque la comodidad, sino porque así debe ser. Fluido. Cual pis que aguantaste durante 3 horas en un viaje. Se da. Es un poco trillado, pero es así. No debe ser complicado, no debe ser complejo, no debe ser extraño, no debe ser algo que te deje despierto hasta las 3 de la mañana preguntandote si es o no es. Que pasen nueve años y uno no se de cuenta. Que la discusión sobre donde dejaste la toalla sea tan importante y a la vez tan insignificante como el planteo de comprarse un nuevo electrodoméstico.

Para seguir quiero creatividad. No tenés que ser un snob, no tenés que ser arrogante, no tenés que creerte la persona más ingeniosa del mundo. Simplemente tenés que prestar atención a los detalles. Seamos rutinariamente innovadores. Si me queres pedir que sea tu novia/amiga para el resto de la vida con beneficios/vinculo con papeles que lo acrediten, no vengas de traje a darme una carta con una rosa y me cantes Luis Miguel. Podes llevarme a un Starbucks y escribir las palabras en la servilleta, el palito con el que revuelvo ese café, el vaso mismo, en el muffin que me vas a tener que comprar porque sino te voy a golpear. Pregúntamelo un día que te despiertes a las 8 de la mañana para que estudiemos y yo este despeinada lavándome los dientes. Proponeme una vez por semana conocer un bar nuevo.

También quiero que me digas que no hago bien las cosas. En el momento en el que pasan. Así yo de la misma manera puedo decirte lo que pienso. No me guardes rencor en pelotudeces que me vas a echar en cara cuando te cocine una milanesa y se me queme. Decime en que soy buena sin sentirte disminuido, lo mas probable es que yo note tu intención y cuando menos lo esperes te halague en algo que no creias que eras excelente. Como por ejemplo lo rápido que cerras la puerta del departamento.

Quiero además ser una de tus prioridades. No la única. Entiendo que tenés amigos y seguramente te inviten a jugar al futbol, la play, salir de noche, ir al cine, hacer un viaje, hablar con una chica para que tu mejor amigo se encare a la amiga. Pero yo existo y no me dejes plantada. Que en tu cel aparezcan en “mensajes enviados” cosas que se te ocurran a vos y no la mera consecuencia de apretar el botón responder.

Miremos futbol juntos. Me gusta. Lo entiendo. Soy feliz. No suelo hacer preguntas idiotas, o por lo menos lo reconozco cuando lo hago. Me gusta hablar sobre el partido después. Me gusta comentar antes. Putear a un jugador. Ir a la cancha en lo posible. Regálame una camiseta del Chelsea para dormir.

Tomate al pie de la letra estos consejos para después tirarlos por ahí y sorprenderme…

lunes, 24 de enero de 2011

Un planetita sin gravedad

O sea. La bipolaridad de mis horas. De mis minutos mejor dicho. Creo que me muero. ¿Por qué tuve que soñar eso anoche? ¿Será una señal de que las cosas no las supero? No se. Yo y mis enredos mentales. Sentimentales también. El cuerpo en stand by mientras el cerebro corre a mil. Encima soy tan idiota de estar explicando las cosas antes de que pasen. Tengo una cicatriz en la panza. ¿Por qué siempre aclaro eso? Ni que el mundo no hubiese visto marquitas en la piel. Me quedo eso en la cabeza, después de la charla que tuve con las tipas que me bancan desde hace 18 años. “vos no te aceptas, no la aceptas como parte de tu vida”. TENES RAZON. Voy a hacer un curso de aceptación de las cosas. Después me fui a la reposera. Mientras el patio se regaba con los aspersores y yo escuchaba “ch ch ch..chhhh…ch ch ch…”. Era prácticamente para dormirse una siesta ahí. En bikini, con el pelo enmarañado por haberme hecho “la peinadita” como a los 6 años. “Quiero estar durmiendo, quiero estar en el agua, quiero estar en la playa, quiero estar en la montaña, quiero leer, quiero ver la serie que tanto me obsesiona, quiero salir a bailar y me quiero quedar en la cama”. Todo eso creo que paso por mi cabeza en cuestión de milésimas de segundo. A la ducha. Directo. Creo que la espuma en los dedos mientras el león se limpia se me ha vuelto un poco terapéutico. Ahí saco conclusiones como las que aparecen cuando me fumo el Cif al limpiar el baño de mi casa. Entonces haces eso que tenés ganas hace rato. Listo. Patadas de ninjas adentro de la panza y el esófago. Manteniendo la compostura. Que mi papá sentado al lado mío no se de cuenta. Mientras tanto le hablo a mi amiga Cousine. Una frase atrás de otra. En mayúscula. Porque obvio, cuando uno grita, tiene que escribir de esa forma. Ansiedad. Más ansiedad. Saldría corriendo. O sea, de repente me doy cuenta que hago las cosas al revés. Más o menos como querer subir una escalera y saltar al tercer escalón para volver al primero. Organización de pensamientos y de acciones. No me sale. Obvio yo voy al contrario de cómo se debería. Ayer cuando estábamos no me movías un pelo, hoy que ni te veo, tengo ganas de apretarte como osito de peluche. Un ejemplo de mi vida. Lo mismo me sucede con los horarios. Dormir de día, vivir de noche. No es que salga, no es que me enfieste. Simplemente parece más razonable estar con los ojos abiertos tipo 3 de la mañana. Menos mal que ya no soy miedosa como a los 14 (si, bastante grandota y boludona) y no me asusto con películas de terror. Se corto la luz y yo quería quedarme con la ventana abierta. Hace una década atrás creo que hubiese corrido a decirle a Laisa que me ayude a dormir. Era la edad adecuada para eso, pero ahora no se ve muy lógico que digamos. Mi barrio, donde vivo desde que soy una pitufa (cosa que no deje de ser porque mi metro sesenta no me lo permite) se volvió una amenaza. Me acuerdo una noche con Bou volviendo para nuestras casas que pensamos sobrepasar con nuestras ojotas un yuyo. Lamentablemente para nos, esa maraña era una linda patuda, de cuerpo peludo que probablemente hubiese desmayado hasta el mas macho. Eso paso a las 4 de la mañana. Esas eran las amenazas que había por acá. Más en los días de viento. Como ahora, que sopla pero caliente como pibe que no reparte su amor hace 6 meses. Ahora tenemos miedo hasta de salir a regar el pasto. Es por eso que me mudaría a la cordillera. Un lugar que tenga un poco de todo. Tengo varios en vista. Serán parte de mi futuro cuando tenga crios. Por ahora me voy a tomar una revancha de las montañas. Tuve unos días de muy buena compañía, gracias a mi amiga El Sol, que me incitó a ir a uno de los mejores viajes. Pero ahora quiero más. Voy por más. Como siempre. Las segundas veces en mi vida SIEMPRE son mejores. Creo que es porque no hay expectativas. Porque ya sabes como son las cosas. Ya decepcionaste todo lo que podías en la primera, así que…¿Por qué no dar la oportunidad de la reivindicación? Menos mal que pienso de esta forma. Algunos no me creen positiva. Bueno acá lo tienen forros. Así voy a hacer con el destino turístico montañesco al que voy a zambullirme. “vamos a tomar como la gente de la montaña” me dijo mi primo y yo le creí. Hagamos lo que quieras mientras no tenga calor. Esto del calentamiento global creo que esta empezando a golpearme en la nariz. Los ríos contaminados, el sol que te asesina, las botellitas de agua en gran cantidad que me tomo por día. El esfuerzo que hice para broncearme la espalda se vea arruinado porque a mi piel se le dio por pelarse. No me banco ni un día de 40º de sensación térmica che. Que blandita resulte ser. También lo soy por dentro. Me di cuenta, al sorprenderme de que mi amiga había formalizado una relación en la red social a la cual le dedico demasiado tiempo. “a mi eso no me sale” le dije. Hoy en día es mas trascendental la declaración de amor a través del código binario que en la cara de un padre con aspecto de decapitador de novios de su nena. Y fue así que entendí que tengo una mala costumbre y que gritar las cosas a los cuatro vientos no es algo que tenga tan manejado como pensaba. Sino, me animaría a decirle “te quiero ver”…

miércoles, 19 de enero de 2011

La alergia del reloj

Me fui de viaje. A la cordillera. No dormí mucho. Sobreviví con una comida importante al día. Ni hablemos de tomar agua, porque resulta que el solo hecho de que las gotitas pasen por la garganta congelaba más que estar enterrado en la nieve y en culi. Me duele la espalda. Todavía sufro las consecuencias. “¿Por qué no me fui a la playa? La re puta, yo quería calor, arena y sol”. Pensamiento que rondaba en algunos momentos por mi cabeza. Sobretodo cuando la lluvia (que no paro por 3 días y nos empapo todas las cosas) se aposentaba con toda delicadeza cual lady de la realeza de Inglaterra sobre mi polar. Blanco. Si gente. A un lugar con tierra y en carpa me lleve ropa blanca. Bien pelotuda. Sobre todo después de jugar al rugby con los 4 pibes con los que conviví en esos días. No nos conocíamos. Nos caímos bien. Teníamos buena onda hasta que me dejaron durmiendo sin aislante. Eso fue la primera noche. Y para remediarlo me ofrecían cucharita. Resulta que no estaba muy bueno. Porque se pueden confundir las cosas y después tenés que estar 4 días mas. Viajar en un auto, con el espacio reducido a unos pocos centímetros con un pibe que comiste? Ni chances. O sea. Tratémoslos como hermanitos y listo. O mejor aun. “hola chicos, soy un pibe mas”. Así fue. Y ellos se expresaban. Menos mal que ya no soy tan histérica. De repente estaba juntando los platos que siempre dejábamos tirados por ahí. Un ruido impresionante me hizo darme vuelta. A 30 metros una vaca se paseaba por el camping. Yo entiendo que es una cuestión de ponerse en contacto con la naturaleza, hacer cosas extremas, relajarse, respirar aire puro después de todo un año morfandose el smog de la ciudad, pero…. ¿ES TAN NECESARIO QUE HAYA UNA VACA AHÍ SUELTA?. Yo no sabia si correr o quedarme quieta. Hasta pensé que me estaba reflejando en un espejo. “despacito, despacito, camina despacito” me repetía a mi misma mientras me metía en la carpa rogando que el animal no sea tan inteligente y venga a saludarme.

Quiero masajes. Quiero tener a alguien que me haga masajes. Un poco de mimos no vienen mal. Entendamos por mimos lo que corresponde por supuesto. Aunque lo puedo dejar a su criterio. Más o menos como cuando ves que a otro le están tocando el pelo y vos empezas a sentirte relajado. Pero en el instante en el que saca las manos de la cabellera de esa otra persona y atinas a un “chee no me queres toc..”. te cortan la onda diciéndote “no ya me canse” y vos te quedaste con los dedos imaginarios haciéndote una trenza. No se va más. Esas ganas no se van nunca más.

Ya paso 1 mes de mis vacaciones. Me queda otro más. Que por supuesto v a ser más corto. Porque de acá en mas es la cuenta regresiva. Tengo que buscar trabajo. Ya soy grande.

Volví 1 día después a escribir. En realidad como 12 horas mas tarde. No sentía la inspiración. Ahora me acorde de cosas. Mi infancia. A ver mamá,¿era tan necesario que me pusieras vestidos a cuadros? ¡Gigantes eh!. O sea, la tipa se calzaba un poco de tela que tenia pedazos de tela más grandes que mi cara. Ni hablemos de los cuellos. Hermosos, pintados por mi tía, pero mas grandes que yo. También se vino a mi memoria anoche mientras hablábamos, que no me llevo a ver a Diego Torres. Si gente. Yo era fanática a los 5 años. Todo porque tenía el pelo largo. Es así que también amaba a otros pelilargos. Incluido Mario. Todavía tengo grabada en el cerebro la imagen suya con pantalón y camisa de jean en la tv ataca. Ya de chiquita andaba mirando congos. Tampoco me aviso cuando el sr Torres iba pasando por el aeropuerto al lado mío. “llegaba tu papá de Europa..¿Qué querías que hiciera? Tuve que elegir y lo elegí a tu papá”. O sea. Nadie te dice que te vuelvas adultera y te vayas a perseguir a un tipo bajito, con pelo largo y una canción en su haber que lo hacia parecer un poco sensible. Simplemente debía decirme “che allá va el chabon que te gusta”. En fin. Los 90. Los flequillos y los pelos lacios. Escúchenme una cosa. Fue una tortura para las minas con pelo de león como yo. No hay peor cosa que despertarse a la mañana, mirarse al espejo y ver que tenés pelo de cable. Mientras las adolescentes de turno (que se hacían las santas y vírgenes) tenían el pelo cual japonesa. Ni una onda. Puntiagudo. Tirante hacia abajo. Horas y horas en la peluquería con 10 años. Porque existían las planchitas de metal. Esas que te quemaban el pelo y tardaban 1 hora en calentarse. ¿Cuánto me duraba el peinado?¡2 MINUTOS!. Porque empezaba a aparecer una leve señal de humedad y los intentos de rulos surgían del mas allá. Era “la apocalisis”. Anoche viendo la novela de turno. La que no mira mucha gente porque prefiere lo básico del canal del chueco. Ese culebron fantasma que a Echarri le sienta bien, en ese espacio televisivo, aparece la protagonista con el pelo así. Yo me quejo con mi amiga Bou y Laisa presentes acá sobre este aspecto. “¡yo siempre quise tener el pelo así! ¿Cómo se hace?”. A lo que me responden “hay que tener el pelo lacio de nacimiento nena, vos saliste fallada”. En ese instante me di cuenta que los terribles años que transcurrieron entre 1990 y 2000 podían volver con fuerza en los aspectos de la moda. Seguido a eso me percate que bailar Xuxa con coreografía incluida en los casamientos de mis primos ya no va a ser el momento de hacer el ridículo sino que voy a estar en mi salsa como a los 3 años…

viernes, 7 de enero de 2011

Una jugada brillante

La sensación. Esa que tengo hace días. Me pone un poco nerviosa porque es anticipo de caos universal. Bueno no tanto en realidad, simplemente me avisa que hay cosas que aparecen y yo no tengo ganas. Como en la novela. Las tripas hacen ruido. Y enseguida las instantáneas ganas de abrazarse al inodoro para vomitar. Mi Cousine fue testigo mil veces. Basta una ventanita de msn o una cruzada por la vereda de en frente para que aparezca. Menos mal que ya no es ataque de pánico. O es leve y no se nota. Pensar que me llore la vida y casi me desmayo porque se me aflojaron las rodillas, mientras un chango que pasaba por ahí con cara de susto me pregunto “estas bien? Queres que te ayude?” por supuesto mi cuerpo estaba ahí y mi cabeza a miles de kilómetros, o mejor dicho a six feet under. Es como incomodo pensarlo. Se revuelve el almuerzo que te acabas de clavar. “otra no hay” me dijo mi amiga la model. Lo racionalizo. Pero de repente me dejo inundar por los síntomas de la sensación. Aparentemente es algo normal. Tanto que aparece en libros novelescos de los que leo en vacaciones cuando me da el cerebro. Lo interesante seria saber por que me sucede. Mejor no escarbo en el inconsciente porque me puedo llegar a encontrar con cosas que no quiero. O por lo menos no tengo ganas de sacar a flote. Mejor me voy a la cordillera, a relajarme y a asustarme con todos los bichos que van a asomarse por el cierre de la carpa. Me van a saludar y pasar por al lado mientras yo pienso que ellos me dicen “el aire es libre, no te toco, pero te asusto, sos una boludaaa, yo mido 2 cm y me tenés miedo como si fuese un gigante”. Esas fobias que por más sesiones de sr de la cabeza que hayan no se pasan. No desaparecen. Como las cosas que uno tira a la basura. A veces pienso que lo que dejo de existir en mi vida, es nuevo en la vida de otros. También me gusta pensarlo con la gente. Ahora esta con mis sobras. Pero después reflexiono y yo hice mías y nuevas las sobras de otra persona. En conclusión somos una gran cadena de paso de las basuras y elementos (llámese también situaciones, personas, momentos) de otros. De todas esas cosas aprendemos. Aunque no siempre tenemos ganas. Creo que habría maneras menos crueles de entender las cosas. O como dijo mi amiga Bou “creo que este año no tenia ganas de aprender las cosas de esa forma”. La sensación otra vez de lo que paso. La música que te recuerda a momentos exactos. Como olía la pileta esa noche que estabas sentada en el borde y te dejaste ver por alguien que iba a marcarte todo un año. Qué hábitos tenías esos 3 meses que viviste sola cuando llegabas de la facultad. Cómo se sentía que las lagrimitas se te metieran por el arito de la nariz mientras tu insomnio te hacia ver Grey’s Anatomy a las 3 de la mañana. Los dedos sin anillos que parecen desnudos, los ovarios revoloteados, la olla con el relleno del pastel de papas que haces en la casa de tu amigo (nunca entendí como en el bunker la gente pone $5, comemos 17 y no nos quedamos con hambre).

La sensación de estar desconectado del mundo. “mi computadora paso 48 horas apagada” le dije esta mañana a Laisa. No me di cuenta. No lo necesite. Se nota que estoy de vacaciones. Mi cerebro también. Mis amigas lo notan. Con mi particular frase “no entendí”. Mientras todos se esfuerzan por explicarme algo que cada vez que sale de sus bocas, me entra y me sale por un oído. Mas o menos como tratar de entender o acordarse de los personajes del programa de moda, ese que supuestamente refleja la realidad y no son más que unos idiotas con 1000 cámaras.

“¿Cómo te explico? cuando lo ves con otra y cuando estas por entrar a rendir un examen, así se siente, así te bate la sangre, así te dan ganas de reírte y llorar, así se siente y yo no quiero sentir”. Estas en lo cierto, me dijo Bou, pero aclaro que ella si lo veía de la mano de una nueva novia de ocasión le daban ganas de matarlo, mientras que si tiene que rendir un examen se quiere morir. Es muy distinto. En un caso me surge el instinto asesino y en el otro el suicida. Me reí como media hora, y me seguí riendo adentro mío cuando me acordaba mientras le metíamos baile un día de semana hasta las 7 de la mañana. Tener calor y frío, porque además de anormal sos desubicada. Eso es una sensación que si te la sacas, perdes tu personalidad. O por lo menos parte de ella. Por eso te tomas un café en verano y te comes un helado en invierno. Porque andas por el mundo y la vida como en contra. Pero aun así, la mejor sensación de todas es la de quedarse despierto hasta las 4 de la mañana después de haber visto dos películas (una que no te hizo pensar nada y otra que te hizo replantearte cada segundo que viviste hasta hoy) sin sentir que existe el tiempo y que no importa lo que pase alrededor, porque ahora el planeta gira entorno a vos y tus amigos.

martes, 4 de enero de 2011

No busques casualidades donde no las hay

Tengo empacho. No por la comida de las fiestas. Bueno en realidad si. Me morfe todo, chau a ese cuerpo sin la panzi. Mentirosa, nunca dejo de estar. Bienvenidos los 2 kilos que había dejado en el camino, que crei haberlos bajado con toda la dignidad del mundo pero que ahora me doy cuenta que solo desaparecieron ese día que me la pase vomitando después de mi fiesta de egresados. Que noche. Cuando vuelva a la city trato de repetirla. Con variantes por supuesto. No me gusta repetir las cosas dos veces, o por lo menos que si es en las mismas circunstancias, con las mismas personas, en los mismos lugares se descarrilen y se potencien. En fin. Paso el año, ese terrible, que me cago la vida. Haciendo un recuento de mis años de existencia, tuve otros momentos de merd. Aparentemente cada 5 años me pasa algo que me incita a la autoflagelación con dulce de leche, llanto inundando la comida que me preparo, noches de insomnio tirada cual trapo viejo mirando tele, moqueo hasta con partidos de futbol y por sobre todo noches de exageradas fiestas. Luego llega diciembre y ahí empiezo a ponerme de buen humor. Creo que el verano me alegra la vida. Esta vez me paso eso. Ahora no me interesa el mundo. Sigo en la fase egoísta. Si me haces bien y me satisfaces mis necesidades, sos híper bienvenido en mi vida, sino chau, tirate de un puente o no me escribas nunca más.

Tengo la edad esa en la que te deja de importar si vas o no al lugar donde esta el congo de ocasión. Bailotear toda la noche con tus amigas, en un bar donde no hay más de 20 personas para recibir el año, mientras te tomas un toc toc que no te mueve un pelo, tus pelos alargados por el calor te recuerdan y te identifican con Daniel Agostini. Si después te cruzas con el pibe este bien, y si no pasa también. No tenés ganas que te estén mirando, ni que ese ex que viste y que de repente te volvió a parecer lindo te registre. Te pasan por al lado y no te das cuenta de la existencia de las personas. Te abrazas mas con tus parientes y tus amigos. Haces el ridículo bailando en ese lugar que de un día para el otro se dejo influenciar por el capitalismo salvaje y empezó a pasar música cachengue. El dinero mueve al mundo y no podemos hacer nada para evitarlo. Me daban ganas de decirle a mi amiga que es Libre y piensa en utopías de países sin fronteras. Ahora discutimos mas, no por vacaciones, sino por cuestiones como el amor (que por cierto se puede ir yendo al carajo), la política, los derechos de las personas, el sistema que margina a los tipos que después te apuntan con una pistola, las comidas bien hechas, los tipos que hacen mal las cosas cuando deberían hacerlas bien, las segundas y hasta décimas oportunidades que le damos a un congo, los tipos que aun después de casi una década de ponerla no tienen idea de la vida, los nombres de nuestros futuros hijos, los trabajos que vamos a tener y los que no vamos a conseguir nunca en nuestra vida. Ya somos grandes. Entre todas juntábamos más de 100 años. Eso me puso un poco nerviosa. Porque éramos solo 5. Mi pensamiento positivo fue replicar el comentario de la dragona al respecto “por lo menos todavía no sumamos 500”.Encontramos una nueva forma de llamar a eso, evolucionar, aunque en el fondo no queremos aceptar que ya estamos mayores. Nos da sueño a las 4 y ni en pedo salimos con tacos un martes porque nos duelen los pies. No planeamos vacaciones, aunque nunca lo hicimos, pero ahora tampoco nos afecta no ir a la playa donde están todos esos pibes que a los 15 eran lindos y ahora están baqueteados. Si ese, el gordito que me gustaba, ese que se creía divo, ya esta entrado en años tanto como yo no te hagas el groso. Que horror, en 10 años cuando andemos todos rodeados de crios, me cruzare con mis ex amores y me reiré de lo que paso y de lo que no. Hace casi una década me dieron el primer beso. Bien atolondrada salí. ¿Qué se podía esperar de una piba que a los 9 deja las muñecas para empezar a mirar nenes? Hoy soy una lerda. Para que me encaren pueden pasar meses. Aunque a veces me olvido y con dos frases la cosa esta resuelta. El placer de tener la edad para hacer lo que uno tiene ganas. Y la época. Dentro 50 años mis nietos van a asombrarse de que su abuela era de principio de siglo, bancame dos segundos que me calzo el miriñaque y me olvido de que existen los teléfonos. Por lo pronto, tengo que aprovechar que estoy en un año con un número que no me cae bien pero que puede ir al contrario de todo lo que yo presupongo de la vida. Un periodo donde no van a tener que invitarme, porque la que va a decir “vamos” voy a ser yo.