miércoles, 19 de enero de 2011

La alergia del reloj

Me fui de viaje. A la cordillera. No dormí mucho. Sobreviví con una comida importante al día. Ni hablemos de tomar agua, porque resulta que el solo hecho de que las gotitas pasen por la garganta congelaba más que estar enterrado en la nieve y en culi. Me duele la espalda. Todavía sufro las consecuencias. “¿Por qué no me fui a la playa? La re puta, yo quería calor, arena y sol”. Pensamiento que rondaba en algunos momentos por mi cabeza. Sobretodo cuando la lluvia (que no paro por 3 días y nos empapo todas las cosas) se aposentaba con toda delicadeza cual lady de la realeza de Inglaterra sobre mi polar. Blanco. Si gente. A un lugar con tierra y en carpa me lleve ropa blanca. Bien pelotuda. Sobre todo después de jugar al rugby con los 4 pibes con los que conviví en esos días. No nos conocíamos. Nos caímos bien. Teníamos buena onda hasta que me dejaron durmiendo sin aislante. Eso fue la primera noche. Y para remediarlo me ofrecían cucharita. Resulta que no estaba muy bueno. Porque se pueden confundir las cosas y después tenés que estar 4 días mas. Viajar en un auto, con el espacio reducido a unos pocos centímetros con un pibe que comiste? Ni chances. O sea. Tratémoslos como hermanitos y listo. O mejor aun. “hola chicos, soy un pibe mas”. Así fue. Y ellos se expresaban. Menos mal que ya no soy tan histérica. De repente estaba juntando los platos que siempre dejábamos tirados por ahí. Un ruido impresionante me hizo darme vuelta. A 30 metros una vaca se paseaba por el camping. Yo entiendo que es una cuestión de ponerse en contacto con la naturaleza, hacer cosas extremas, relajarse, respirar aire puro después de todo un año morfandose el smog de la ciudad, pero…. ¿ES TAN NECESARIO QUE HAYA UNA VACA AHÍ SUELTA?. Yo no sabia si correr o quedarme quieta. Hasta pensé que me estaba reflejando en un espejo. “despacito, despacito, camina despacito” me repetía a mi misma mientras me metía en la carpa rogando que el animal no sea tan inteligente y venga a saludarme.

Quiero masajes. Quiero tener a alguien que me haga masajes. Un poco de mimos no vienen mal. Entendamos por mimos lo que corresponde por supuesto. Aunque lo puedo dejar a su criterio. Más o menos como cuando ves que a otro le están tocando el pelo y vos empezas a sentirte relajado. Pero en el instante en el que saca las manos de la cabellera de esa otra persona y atinas a un “chee no me queres toc..”. te cortan la onda diciéndote “no ya me canse” y vos te quedaste con los dedos imaginarios haciéndote una trenza. No se va más. Esas ganas no se van nunca más.

Ya paso 1 mes de mis vacaciones. Me queda otro más. Que por supuesto v a ser más corto. Porque de acá en mas es la cuenta regresiva. Tengo que buscar trabajo. Ya soy grande.

Volví 1 día después a escribir. En realidad como 12 horas mas tarde. No sentía la inspiración. Ahora me acorde de cosas. Mi infancia. A ver mamá,¿era tan necesario que me pusieras vestidos a cuadros? ¡Gigantes eh!. O sea, la tipa se calzaba un poco de tela que tenia pedazos de tela más grandes que mi cara. Ni hablemos de los cuellos. Hermosos, pintados por mi tía, pero mas grandes que yo. También se vino a mi memoria anoche mientras hablábamos, que no me llevo a ver a Diego Torres. Si gente. Yo era fanática a los 5 años. Todo porque tenía el pelo largo. Es así que también amaba a otros pelilargos. Incluido Mario. Todavía tengo grabada en el cerebro la imagen suya con pantalón y camisa de jean en la tv ataca. Ya de chiquita andaba mirando congos. Tampoco me aviso cuando el sr Torres iba pasando por el aeropuerto al lado mío. “llegaba tu papá de Europa..¿Qué querías que hiciera? Tuve que elegir y lo elegí a tu papá”. O sea. Nadie te dice que te vuelvas adultera y te vayas a perseguir a un tipo bajito, con pelo largo y una canción en su haber que lo hacia parecer un poco sensible. Simplemente debía decirme “che allá va el chabon que te gusta”. En fin. Los 90. Los flequillos y los pelos lacios. Escúchenme una cosa. Fue una tortura para las minas con pelo de león como yo. No hay peor cosa que despertarse a la mañana, mirarse al espejo y ver que tenés pelo de cable. Mientras las adolescentes de turno (que se hacían las santas y vírgenes) tenían el pelo cual japonesa. Ni una onda. Puntiagudo. Tirante hacia abajo. Horas y horas en la peluquería con 10 años. Porque existían las planchitas de metal. Esas que te quemaban el pelo y tardaban 1 hora en calentarse. ¿Cuánto me duraba el peinado?¡2 MINUTOS!. Porque empezaba a aparecer una leve señal de humedad y los intentos de rulos surgían del mas allá. Era “la apocalisis”. Anoche viendo la novela de turno. La que no mira mucha gente porque prefiere lo básico del canal del chueco. Ese culebron fantasma que a Echarri le sienta bien, en ese espacio televisivo, aparece la protagonista con el pelo así. Yo me quejo con mi amiga Bou y Laisa presentes acá sobre este aspecto. “¡yo siempre quise tener el pelo así! ¿Cómo se hace?”. A lo que me responden “hay que tener el pelo lacio de nacimiento nena, vos saliste fallada”. En ese instante me di cuenta que los terribles años que transcurrieron entre 1990 y 2000 podían volver con fuerza en los aspectos de la moda. Seguido a eso me percate que bailar Xuxa con coreografía incluida en los casamientos de mis primos ya no va a ser el momento de hacer el ridículo sino que voy a estar en mi salsa como a los 3 años…

No hay comentarios:

Publicar un comentario