miércoles, 15 de junio de 2011

Fijate con quien te metes

Del dicho al hecho hay un largo trecho. Frase que le vi escrita en la red social a mi amiga la futura psicóloga. Son palabras que siempre tuve presentes. Bien, el tema es que yo soy una persona que me podes estar diciendo que me amas pero si no me lo demostras con actos no me doy cuenta. Si, gente soy así, lamentablemente crecí siendo de esta forma. Ahora estoy tratando de revertirlo, porque sino es ponerle demasiada presión y expectativas a los individuos que me rodean. Entonces me puse a analizar ¿Qué hacemos con los actos de las personas que queremos? Tenemos varias formas de actuar. Llevándolo a los vínculos amorosos puedo determinar que existen las opciones siguientes: en primer lugar, tenemos a ese ser que adoramos, que amamos, que deseamos, y ¿Qué hacemos? LO AHOGAMOS. Porque te quiero te persigo, te mando 25 mensajes por día preguntándote como estas, te llamo cuando estas jugando a la play con tus amigos y te exijo que me expliques como es que hiciste el gol de chilena. Cuando estamos en un lugar con gente, te abrazo, me siento a upa, te insisto para que dejes de jugar el partido de poker y te vayas conmigo. A ver…que alguien me explique de qué sirve accionar de esta manera. ¿Sabes cual es el paso siguiente? NECESITO UN TIEMPO ALEJADO DE VOS. Por otro lado, tenemos esa forma de actuar indiferente. No te llamo, no te digo nada, te digo que te amo pero después te dejo plantado, mis amigos no te conocen o no les digo que me quedo con vos, no conoces a mi familia porque no me interesa llevarte a ningún lado. Quiero decir que este tipo de prácticas me hacen pensar…¿Para qué te quiero conmigo si sos igual que el jabón? Cuando se termina puteas porque sentís que remarla con el shampoo no fue suficiente, pero cuando te tengo uso jabón líquido.

Porque te quiero te aporreo. Claro ejemplo de las que somos así. No es histeria, no es boludeo. Es pura y exclusivamente INCOHERENCIA. De la boca para afuera te bardeo, pero con mis actos te trato de decir que te amo. Ni hablar cuando es el caso contrario, ahí nos metemos en un perfil enfermo, donde te digo que te amo pero después te hago las forradas más grandes de la historia. Pero hay una situación que va mas allá de todas las maneras de actuar que tienen los seres, y es, la interpretación que le damos a las cosas. El otro día en una conversación, un hombre dijo “no se por qué ustedes piensan que nosotros vamos a pensar todo eso, que vamos a conectar tantos detalles para darle un significado que no tiene, para nosotros nos dijiste que si o que no y punto.” Por supuesto que las minas, le damos más vueltas que una calesita a las palabras. A ver flaca, no es “el día de lo contrario”. Si el pibe no te quiere ver, no te manda un mensaje y listo. No se esta haciendo el difícil, no esta tratando que vos pienses que en realidad te tiene ganas pero no te lo demuestra por ser orgulloso. ES SIMPLE, no te escribe porque no apareces en su cabeza. Y ¿Qué pasa? Ahí vamos nosotras a tratar de descifrar un “che…linda quiero verte” como si fuese un jeroglífico. Para entender que conexiones cerebrales hacemos nosotras es necesario saber que nos preguntamos desde si ese “linda” era para nosotras o se equivoco, hasta como nos tiene agendada en el cel. Una afirmación, eso es, no tiene un significado oculto, no es un acertijo. “quiero verte” o “nos vamos juntos” es eso, no es “no se si quiero verte porque no quiero que pienses que estoy enamorado de vos, pero se que en el fondo vos tenés sentimientos hacia mi, así que te lo tiro con onda para que entiendas que esta noche quiero verte pero que no significa que soy tu novio, y además me gustaría volver a verte en otro momento pero no tengo ganas de definir lo nuestro ahora porque tengo sueño, son las 7 de la mañana pero igual tengo la energía que es suficiente para que la pases bien”.

Actuamos como pensamos o pensamos como actuamos. Cualquiera sea el caso, yo tengo un conflicto. A veces no tengo filtros y como pienso hago, pero otras veces le pongo más barreras al impulso que sale de mi cabeza que una pista olimpica de obstáculos. Quiero decir y no decir las cosas. Entonces ¿Qué hago? Te doy un beso y te pego un cachetazo, te digo que si pero después te niego a muerte, escribo un blog pero no me animo a decir las cosas personalmente…

lunes, 13 de junio de 2011

La sonrisa de la cara seria

Bueno, empecé a cambiar la forma de ver las cosas. La cuestión es la siguiente. Después de tanto proclamarlo de la boca para afuera, decidí que era hora de hacerlo con las celulitas y neuronas que componen mi cerebro. Tanto lo uso para la tesis, el estudio, la buena redacción, pero no para las cosas que realmente me importan. Que se reducen a…sentirme bien. En fin, la primera determinación que tomé fue cambiar los “tengo que” por los “quiero”. En muchos posteos hice mención de este tema. Pero no sirve de nada si lo escribo, lo digo, lo cuento, lo analizo pero no lo aplico. Entonces, decidí que quería dormir más, sin estrés, sin pensar que me tenía que levantar desesperada. Porque vamos a decir la verdad, vivimos despertándonos sabiendo que tenemos que hacer algo. No es justo para nadie abrir los ojos e instantáneamente empezar a pensar en todo lo que tenemos que hacer desde ese momento hasta que volvamos a dormirnos. Ni hablemos de esos agujeros negros en el tiempo y espacio que se producen cuando dormitas entre los 5 minutos que transcurren entre cada alarma. O sea, ¿Qué necesidad tenemos de estar dos horas más en la cama acostados, inconscientes pero concientes de que en 5 minutos va a volver a sonar el despertador? Estar así un rato no es saludable. Por lo menos a mi no me resulta agradable. Pero igual lo hago. Entonces ¿Qué hice? Puse despertadores cada media hora. Así por lo menos duermo tranquila un rato más sin la exaltación de los 5 minutos. La cosa también está en las situaciones donde sabes que deberías hacer algo pero no lo queres. Donde te presionan de todos lados. O te presionas vos mismo. Como me dijo B alguna vez, no tengo que irme a dormir a la 1 porque el día siguiente tenga que levantarme temprano para ir a trabajar, para estudiar, para ir a la facultad, para esto, para lo otro….¡andate a dormir cuando tengas sueño mujer! Sabias palabras que te juro que sacan un peso de encima. Además hay que pensar que se pueden hacer cosas placenteras hasta el momento en que cierres los ojos. Tomalo como quieras, yo por lo pronto estoy leyendo. Es el tercer libro sobre un monarca que me clavo en este año. Explicación no tiene, pero así soy feliz. Porque si uno hace lo que quiere y tiene ganas no te enfermas, como se enfermaban en esa época por cosas inentendibles hoy. Lamentablemente, en este tiempo tenemos las enfermedades mentales, que nos hacen mas mal que una simple fiebre. Una de ellas o por lo menos así lo considero yo, es la indecisión. No se si dejarlo o no dejarlo, no se si trabajar o viajar, no se si estudio otra carrera o hago un curso, no se si comer esto o lo otro, no se si gastar plata en eso que quiero o en lo que necesito, no se tantas cosas que me mareo. De acuerdo con mi criterio hay que ser un poquito impulsivo pero decidido. La cosa es así, en el momento en que sentiste que había que hacerlo, anda y tirate de cabeza a la pileta, pero sabiendo lo que vas a hacer. Para ponerlo en palabras que me identifican, hace 1 semana que quiero comer panqueques con dulce de leche, probablemente lo haga en el momento justo en el que me de le antojo, pero sabiendo que eso es lo que quiero comer y no otra cosa.

Además quiero empezar a callarme la boca cuando es debido y a hablar cuando es necesario. Virtud que no tengo. Digo las cosas que no corresponden a quien no se lo merece en el momento en el que no daba, obvio la reacción es una puteada o una acción agresiva. Porque al mundo le encanta llevarle la contra a todo el mundo. Podes tener razón o no, pero la sola cuestión de ir contra lo que la persona te dice o piensa genera una adrenalina que mueve mucho. Así es que hay varios ámbitos diseñados para eso. El problema es cuando lo trasladamos a las relaciones. Amorosas o de otra índole. Porque el tema no está en decir lo que opinas, sino en tratar de que el otro piense como vos, para que cuando lo haga sumiso porque ya no quiere pelear mas, te des vuelta y le vuelvas a llevar la contra aun contradiciéndote lo que planteabas en un principio. Yo no quiero eso para mi vida. La idea de todo vínculo es que sea fácil y fluido. Que no te genere angustia, bronca o reproches. ¿Qué hacer cuando eso no se puede cumplir? Relacionarte de forma superficial. Desenchufar el cerebro cuando te hablan, contestar en automático y no involucrarte. No es por egoísmo, es por supervivencia. Es porque a veces hay que tomar la determinación de no gastar energía, ganas y vida en causas perdidas….

miércoles, 1 de junio de 2011

Celular de pantalla naranja

A ver vos, nena de 15 años que se pasea por el pasillo del colegio con el pañuelito rollinga en el cuello, que no vivís conectada a un celular porque todavía no es una cosa masiva de todos. Vos que vivís en una época donde las redes sociales no existen y seguís haciendo cartelitos con lapiceras de colores para tus amigas. Si vos, mi yo de la adolescencia, te voy a explicar un poquito que te pasa cuando superas la barrera de los veinte. No vas a saber que queres. Es así de simple. Vamos a detallar por ámbitos.

En primer lugar, no sabes si empezar otra carrera o trabajar. No sabes si queres viajar por el mundo o tomarte el Bondi por lo menos hasta provincia. No sabes decidirte. No sabes tomar decisiones. Empezas con un laburo de abajo o tratas de brillar en un puesto importante. Nadie te lo dice, no lo entendes. Escribís, pero no sabes si publicarlo. En realidad lo subís para que lo lea la gente pero pasarlo a un papel resulta complejo. Miras los años de facultad y mientras te acordas de esos recreos de 15 minutos en el patio mientras te daba el sol en invierno, te das cuenta que los extrañas. Pero al mismo tiempo, ya te dan ganas de no cursar más. Tener profesores, rendir exámenes, preparar trabajos prácticos en tu casa, simplemente te molesta. En fin, estas en el limbo, pasando de ser una estudiante prestigiosa a una desocupada mas que va a ser piche en cualquier empresa.

Ni hablemos del aspecto amoroso. Ver a las nenas de 14 años con sus polleras a cuadrille, abrazas al cuello del novio que se parece a Justin Bieber en el Bondi, no sabes si te genera ternura o te da vergüenza por haber tenido un novio así alguna vez. Te empiezan a gustar los “maduritos”. Entendes a tus amigas que miraban pibes 10 años mas grande. Ahora lo haces vos, pero ¿Qué pasa? Son boludos de 30 y pico…(acá los de 25 para arriba también se incluyen) que siguen saliendo a bailar, que parecen de 12 y que no saben ni encararte. O esa sensación te da. Le decís nenes a los de 18. Perdón ¿no? Para la ley ya son mayores de edad y te podrían tener que mantener si te hacen un pibe. Incluso, algunas veces tienen un poco mas de neuronas conectadas que los veteranos que soles mirar. En esta etapa te pasa que si tenés una relación de más de 2 años empezas a dudar. En tu cabeza aparecen pensamientos como “Che…estoy con este desde los 19….¿voy a aguantar hasta los 80?” entonces tomas dos cursos de acción. O te separas gracias al bendito tiempo…(de los 20 a los 35, un tiempo es mínimo 6 meses, sino no sirve), salís a revolear la chancleta y cualquier cosa volves. En el caso contrario, ya vas mirando revistas con minitas vestidas de blanco porque en 3 años estas con anillo en el dedo y la zapan con movimientos internos.

Pero te pasa que pretendes cosas de una situación que ni vos entendes. A ver, para ponerlo claro….no empezas ninguna relación nueva y seria con nadie por factores que cuando tengas 40 te vas a reír de lo disparatados que eran. Primero…no queres parecer una pendeja de 15, como la del pañuelito, así que mandas mensajes toda correcta, siempre preguntándole al pibe con el que te ves si quiere o puede. Hasta que un día te agarra el pedo encabronado y saltan esas cosas que no podes controlar mas. Listo, como mirándote desde arriba el genio te dice que no lo van a hablar en ese momento y vos haces berrinche retrocediendo hasta los 3 años. Y que pasa?...a esta edad, por no estar sola, te conformas con lo que hay. Pero también sucede que te gusta un dolobu marca cañón. O te gusta uno que no es para nada para vos. Sos conciente, y aun así, le das bola. Porque….¡levante la mano quien no se puso en pedo y se comió al boludo!...dudo que alguien que lea esto pueda hacerlo. Ante lo desconocido que hay ahí afuera, seguís mirando el celular a las 5 de la mañana por las dudas….porque mas vale inmaduro de 30 conocido, que copado de 23 por conocer.

También tenés la edad suficiente para tomarte un vino con tus viejos. Por dentro te sorprende que a ellos no les sorprenda. Ya no tenés que esconderte cuando llegas a tu casa a las 8 de la mañana ni escaparte para salir a bailar. Si fumabas de antes, ahora estas mas convencido que nunca. Si no lo habías hecho, empezas a hacerlo con total libertad. Pasear con tus padres por la calle, ya no resulta vergonzoso, soles extrañarlos tanto que hasta los invitas vos. La vida deja de girar alrededor de los amigos y las salidas por “el cumpleaños de la prima de la amiga de tu amiga”. Te das cuenta que tu fiesta de 15 tuvo mas gente de la que deberías haber invitado. Tus cumpleaños empiezan a ser valorados por los cafés y mates de la tarde, mas que por las desorbitaciones alcohólicas del finde. No sabes lo que queres, no sabes lo que no queres, pero sabes que algo tiene que aparecer…