lunes, 13 de junio de 2011

La sonrisa de la cara seria

Bueno, empecé a cambiar la forma de ver las cosas. La cuestión es la siguiente. Después de tanto proclamarlo de la boca para afuera, decidí que era hora de hacerlo con las celulitas y neuronas que componen mi cerebro. Tanto lo uso para la tesis, el estudio, la buena redacción, pero no para las cosas que realmente me importan. Que se reducen a…sentirme bien. En fin, la primera determinación que tomé fue cambiar los “tengo que” por los “quiero”. En muchos posteos hice mención de este tema. Pero no sirve de nada si lo escribo, lo digo, lo cuento, lo analizo pero no lo aplico. Entonces, decidí que quería dormir más, sin estrés, sin pensar que me tenía que levantar desesperada. Porque vamos a decir la verdad, vivimos despertándonos sabiendo que tenemos que hacer algo. No es justo para nadie abrir los ojos e instantáneamente empezar a pensar en todo lo que tenemos que hacer desde ese momento hasta que volvamos a dormirnos. Ni hablemos de esos agujeros negros en el tiempo y espacio que se producen cuando dormitas entre los 5 minutos que transcurren entre cada alarma. O sea, ¿Qué necesidad tenemos de estar dos horas más en la cama acostados, inconscientes pero concientes de que en 5 minutos va a volver a sonar el despertador? Estar así un rato no es saludable. Por lo menos a mi no me resulta agradable. Pero igual lo hago. Entonces ¿Qué hice? Puse despertadores cada media hora. Así por lo menos duermo tranquila un rato más sin la exaltación de los 5 minutos. La cosa también está en las situaciones donde sabes que deberías hacer algo pero no lo queres. Donde te presionan de todos lados. O te presionas vos mismo. Como me dijo B alguna vez, no tengo que irme a dormir a la 1 porque el día siguiente tenga que levantarme temprano para ir a trabajar, para estudiar, para ir a la facultad, para esto, para lo otro….¡andate a dormir cuando tengas sueño mujer! Sabias palabras que te juro que sacan un peso de encima. Además hay que pensar que se pueden hacer cosas placenteras hasta el momento en que cierres los ojos. Tomalo como quieras, yo por lo pronto estoy leyendo. Es el tercer libro sobre un monarca que me clavo en este año. Explicación no tiene, pero así soy feliz. Porque si uno hace lo que quiere y tiene ganas no te enfermas, como se enfermaban en esa época por cosas inentendibles hoy. Lamentablemente, en este tiempo tenemos las enfermedades mentales, que nos hacen mas mal que una simple fiebre. Una de ellas o por lo menos así lo considero yo, es la indecisión. No se si dejarlo o no dejarlo, no se si trabajar o viajar, no se si estudio otra carrera o hago un curso, no se si comer esto o lo otro, no se si gastar plata en eso que quiero o en lo que necesito, no se tantas cosas que me mareo. De acuerdo con mi criterio hay que ser un poquito impulsivo pero decidido. La cosa es así, en el momento en que sentiste que había que hacerlo, anda y tirate de cabeza a la pileta, pero sabiendo lo que vas a hacer. Para ponerlo en palabras que me identifican, hace 1 semana que quiero comer panqueques con dulce de leche, probablemente lo haga en el momento justo en el que me de le antojo, pero sabiendo que eso es lo que quiero comer y no otra cosa.

Además quiero empezar a callarme la boca cuando es debido y a hablar cuando es necesario. Virtud que no tengo. Digo las cosas que no corresponden a quien no se lo merece en el momento en el que no daba, obvio la reacción es una puteada o una acción agresiva. Porque al mundo le encanta llevarle la contra a todo el mundo. Podes tener razón o no, pero la sola cuestión de ir contra lo que la persona te dice o piensa genera una adrenalina que mueve mucho. Así es que hay varios ámbitos diseñados para eso. El problema es cuando lo trasladamos a las relaciones. Amorosas o de otra índole. Porque el tema no está en decir lo que opinas, sino en tratar de que el otro piense como vos, para que cuando lo haga sumiso porque ya no quiere pelear mas, te des vuelta y le vuelvas a llevar la contra aun contradiciéndote lo que planteabas en un principio. Yo no quiero eso para mi vida. La idea de todo vínculo es que sea fácil y fluido. Que no te genere angustia, bronca o reproches. ¿Qué hacer cuando eso no se puede cumplir? Relacionarte de forma superficial. Desenchufar el cerebro cuando te hablan, contestar en automático y no involucrarte. No es por egoísmo, es por supervivencia. Es porque a veces hay que tomar la determinación de no gastar energía, ganas y vida en causas perdidas….

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