martes, 4 de enero de 2011

No busques casualidades donde no las hay

Tengo empacho. No por la comida de las fiestas. Bueno en realidad si. Me morfe todo, chau a ese cuerpo sin la panzi. Mentirosa, nunca dejo de estar. Bienvenidos los 2 kilos que había dejado en el camino, que crei haberlos bajado con toda la dignidad del mundo pero que ahora me doy cuenta que solo desaparecieron ese día que me la pase vomitando después de mi fiesta de egresados. Que noche. Cuando vuelva a la city trato de repetirla. Con variantes por supuesto. No me gusta repetir las cosas dos veces, o por lo menos que si es en las mismas circunstancias, con las mismas personas, en los mismos lugares se descarrilen y se potencien. En fin. Paso el año, ese terrible, que me cago la vida. Haciendo un recuento de mis años de existencia, tuve otros momentos de merd. Aparentemente cada 5 años me pasa algo que me incita a la autoflagelación con dulce de leche, llanto inundando la comida que me preparo, noches de insomnio tirada cual trapo viejo mirando tele, moqueo hasta con partidos de futbol y por sobre todo noches de exageradas fiestas. Luego llega diciembre y ahí empiezo a ponerme de buen humor. Creo que el verano me alegra la vida. Esta vez me paso eso. Ahora no me interesa el mundo. Sigo en la fase egoísta. Si me haces bien y me satisfaces mis necesidades, sos híper bienvenido en mi vida, sino chau, tirate de un puente o no me escribas nunca más.

Tengo la edad esa en la que te deja de importar si vas o no al lugar donde esta el congo de ocasión. Bailotear toda la noche con tus amigas, en un bar donde no hay más de 20 personas para recibir el año, mientras te tomas un toc toc que no te mueve un pelo, tus pelos alargados por el calor te recuerdan y te identifican con Daniel Agostini. Si después te cruzas con el pibe este bien, y si no pasa también. No tenés ganas que te estén mirando, ni que ese ex que viste y que de repente te volvió a parecer lindo te registre. Te pasan por al lado y no te das cuenta de la existencia de las personas. Te abrazas mas con tus parientes y tus amigos. Haces el ridículo bailando en ese lugar que de un día para el otro se dejo influenciar por el capitalismo salvaje y empezó a pasar música cachengue. El dinero mueve al mundo y no podemos hacer nada para evitarlo. Me daban ganas de decirle a mi amiga que es Libre y piensa en utopías de países sin fronteras. Ahora discutimos mas, no por vacaciones, sino por cuestiones como el amor (que por cierto se puede ir yendo al carajo), la política, los derechos de las personas, el sistema que margina a los tipos que después te apuntan con una pistola, las comidas bien hechas, los tipos que hacen mal las cosas cuando deberían hacerlas bien, las segundas y hasta décimas oportunidades que le damos a un congo, los tipos que aun después de casi una década de ponerla no tienen idea de la vida, los nombres de nuestros futuros hijos, los trabajos que vamos a tener y los que no vamos a conseguir nunca en nuestra vida. Ya somos grandes. Entre todas juntábamos más de 100 años. Eso me puso un poco nerviosa. Porque éramos solo 5. Mi pensamiento positivo fue replicar el comentario de la dragona al respecto “por lo menos todavía no sumamos 500”.Encontramos una nueva forma de llamar a eso, evolucionar, aunque en el fondo no queremos aceptar que ya estamos mayores. Nos da sueño a las 4 y ni en pedo salimos con tacos un martes porque nos duelen los pies. No planeamos vacaciones, aunque nunca lo hicimos, pero ahora tampoco nos afecta no ir a la playa donde están todos esos pibes que a los 15 eran lindos y ahora están baqueteados. Si ese, el gordito que me gustaba, ese que se creía divo, ya esta entrado en años tanto como yo no te hagas el groso. Que horror, en 10 años cuando andemos todos rodeados de crios, me cruzare con mis ex amores y me reiré de lo que paso y de lo que no. Hace casi una década me dieron el primer beso. Bien atolondrada salí. ¿Qué se podía esperar de una piba que a los 9 deja las muñecas para empezar a mirar nenes? Hoy soy una lerda. Para que me encaren pueden pasar meses. Aunque a veces me olvido y con dos frases la cosa esta resuelta. El placer de tener la edad para hacer lo que uno tiene ganas. Y la época. Dentro 50 años mis nietos van a asombrarse de que su abuela era de principio de siglo, bancame dos segundos que me calzo el miriñaque y me olvido de que existen los teléfonos. Por lo pronto, tengo que aprovechar que estoy en un año con un número que no me cae bien pero que puede ir al contrario de todo lo que yo presupongo de la vida. Un periodo donde no van a tener que invitarme, porque la que va a decir “vamos” voy a ser yo.

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