viernes, 17 de diciembre de 2010

La vela sin mecha

Bueno después de pintarme las uñas de color Fresia salvaje, como mi pelo, no por lo rojo sino por lo de wild, me dispongo a escribir. Me pinte la mitad de los dedos y ahora escribo cual novato con teclado. Despacio y con las teclas sonando de a una. Ni siquiera en vacaciones se pintármelas bien. Si señores, de vacas. Así también estoy. No se como ponerme la malla este verano. Antes me importaba poco. Debe ser que ahora uno entiende que esta de levante nuevamente. Con congo fijo, estable y cuasi formalizado te importa poco la panzi, los brazos caídos. Que horror. Nunca mas. Aun si tengo marido. Tengo esmalte en la pierna, todavía no se me va el nerviosismo característico de la city. Hoy abri los ojos temprano, sintiendo que tenia que hacer algo. Le dije a Salv que todavía no me desenchufaba, que si estaba haciendo nada sentía que perdía el tiempo, así que ordene, lave, colgué ropa, acomode mis remeras por categoría (de día, de casa, de noche, cuando tengo que remarla, cuando no tengo ganas de que me vean, con la que me voy a creer diosa por mas panzi, etc). Ahora tengo cansancio. Claro, le metimos 12 horas de viaje con Salv. Mi cara anoche era irrepetible. Me dormí antes de media noche. Creo que no pasaba eso desde que tenía 8 años. O por lo menos es algo que no sucedió durante este año. La tipa insoportable. Foto acá, foto allá, foto al bicho que se acaba de estrolar contra el parabrisas. Laisa pregunta si saque algo interesante y mi respuesta fue “hay campo verde, verde, verde, campo amarillo, amarillo, amarillo, ruta, ruta, vidrio, bichos, cielo,cielo,nubes,nubes,agua, agua, etc”. Que corno se puede esperar de una travesía donde hay una ciudad cada 8 millones de kilómetros, las radios no llegan, tenés 4 o 5 cds para repetir, la AM te pone nerviosa, intentas dormir y como tuviste la gran idea de vestirte de negro el sol te cocina, se te empieza a acabar la batería de la cámara y tenés que cargarla cuando comes apurada, aplastada, acalorada en una capital provincial donde hacen 35º según la boluda de la radio (en tu cabeza y en tu cuerpo hacen 450º), no hay aire. En fin. Ni hablemos de que queres tomar líquido. Te avisan. Mira que tenemos como 150 km de desierto. Vas a tener que ir a hacer pis al yuyo. “si, de ultima hago eso, pelo culo a la ruta, me dicen piropos (ya quisieras hija de puta lo tenés re caído), el viento caliente me lo tuesta cual Pinamar en enero, el papel higiénico lo metes en una bolsita porque esto de la contaminación viene heavy, corro hasta el auto y ruego que no me den ganas otra vez mientras el cinturón me sigue apretando la vejiga”. Pero no. Porque inmediatamente de la declaración positiva, se te ocurren, esos miedos que no tenias. Mira si hay algún bicho, un escorpión gigante, una araña trituradora de personas, una víbora muerde culos caídos, un yuyo que te diga que tenés celulitis. Mejor no tomo nada y me aguanto la sed hasta que vea por lo menos una casa en este desierto.

Se te paso el año. Para algunos bueno. Para otros la mierda misma. Hoy digo muchas palabras groseras. Sepan perdona. Yo tuve un poco y un poco. Miro para atrás y tengo ganas de que…no se en realidad. Creo que no cambiaria nada. Llore varias pérdidas. De todo tipo. Pero me volví a reír. Como nunca. Entre bailes desaforados y patadas ninjas. Entre un mundial y una platea viendo a Boca. Entre jugar al Grandt y que las consecuencias de no cambiar jugadores hayan estado buenas. Entre dejar la tesis y aprobar todas las materias (menos esa, que por estar en estado de pajerez la deje). El Sr. de la cabeza me pregunto. ¿Qué balance haces del año? La verdad es que la única balanza que ahora me preocupa es la que me dice que los 2 kilos que había bajado hace un mes los volví a subir. O eso creo. No se que quiero. Pero se lo que no quiero. Se decir no, y por ende se decir que si. Cuando quiero, donde quiero, y a quien quiero (tómenlo para el lado que tengan ganas). ¿Qué voy a hacer el año que viene?. NO LO SE. Y es lo que mas me gusta. Lo recomiendo.

Tuve la previa al verano. Si cual salida de sábado. Los tipos a los que llamo mis padres, que me concibieron, me criaron, me aguantaron, me garpan las cosas materiales, y bueno hacen todo lo que deben hacer las personas en su categoría, me visitaron. Es como ir preparándose para los 2 meses que vas a vivir como a los 15. Sin tantas explicaciones obviamente, pero con las restricciones que vienen al caso. Tiene sus ventajas. La comida hecha, el control financiero del mes a cargo de otros, la fregada de pisos dividida. Que puede pasar en estos meses que cambie el estado de las cosas esta indefinido. Tengo ansiedad de volver a la ciudad de la furia. Lamentablemente la extraño. Un poco. No su calor. No sus ruidos. No sus olores. No su gente. No sus construcciones. No sus plazas en medio de miles de metros de cemento. Ya volveré a lo que si extraño, mis hábitos, mientras tanto disfruto de estar sentada en la cama escribiendo esto mientras el llamador de ángeles que se menea, cual florero un sábado a la noche, suena incitándome a dormir una buena siesta…

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