viernes, 19 de noviembre de 2010

Subí el volumen

Limpiar tu casa puede servir para 2 cosas. En realidad para más. Pero 2 son seguras. Y no caigamos en lo básico de pensar que una es que no haya mugre. Eso es un resultado secundario. Las mujeres limpiamos, fregamos, barremos, pasamos trapo, esponjita, nos fumamos el olor a Cif, el olor a lavandina, nos ponemos los guantes amarillos, nos arruinamos las uñas, chivamos, el pelo despeinado con rodete incluido…todo por el resultado que obtenemos. Volvamos con lo de antes. ¿Cuáles son las opciones entonces?. Primero, no pensar. Actuar y no dejar lugar a otra función cerebral que no sea la motriz. Te peleaste con tu novio, te fue mal en un examen y perdiste la materia, el portero se hizo el boludo y no llamó al pintor, no llegas a fin de mes, tus viejos te rompen las bolas, abrís el placard y no tenés ropa….¿y?...¿que hacemos?. Limpiar sin parar. Si hago no pienso, si no pienso, las cosas no existen. Tres horas gastamos de nuestra vida, a veces mas, a veces menos. Pero ahí están. Invertidas. Aprovechadas. Descargadas. Que gym, ni gym. A sudarla metida adentro de la bañera refregando. Voy a buscar algo que me olvide al lavadero y en la pasada me veo en el espejo del baño. Ufff que despeinada estoy, que no venga nadie ahora a tocarme timbre. Que no aparezca ningún amigo con el “holaaa te caí de sorpresa a tomar unos mates”. Ni hablemos si tuviese uno a cual llamarlo “gordo” y el tipo ese día se acordó de que existo para caerme con el almuerzo comprado en rotisería de onda porque hace mucho que no comemos juntos. Menos que menos si aparece un llamado del Congo, ese que podes ver el viernes o sábado a la noche, pero el tipo decide pasarte a buscar para ir a almorzar, o te propone verse después de comer para dormir una siesta. Miras la hora y son las 12. ¡No llego ni en pedo!. Todavía te queda limpiar el piso, lavar los platos, hacer la cama, bañarte, ponerte diva, tratar de que el pelo te quede bien…muchas cosas. Menos mal que eso no me pasó. Aunque..pensándolo bien, que lastima que no pasa. Seguís metiéndole con fuerza a la bañera pero también seguís sin tener cerebro. Sos una hueca. Que placer. Un momento donde sinceramente no hay conexión cerebral. Escuchas la radio de fondo. El locutor que tira frases que te sacan una risa. Te asomas casi cayéndote, en una pose medio extraña por el pasillo para escuchar mejor un comentario que te interesó. Con cara de boluda. Con esa misma cara que ponemos las mujeres cuando nos maquillamos o nos ponemos crema. Boquita intentando estirar el resto de la cara y semi abierta. Si te lo estas imaginando probablemente estas probando hacerla. Y volves a agacharte con el culex para arriba y fregas y fregas y fregas. El resultado de esta operación es un cansancio aplanador pero las canillas brillantes y un poco de relax a los 2 hemisferios del órgano que parece una nuez.

Ahora vamos por la otra opción. Cuando limpias pero pensas. Maquinas una y otra vez. Ese problema al que mágicamente le encontras solución. Debe ser que estas medio mareada e idiota porque te fumaste el olor a lavandina. Estabas muy cerca cuando roseaste el limpiavidrios en el espejo. Ahí se te ocurren respuestas a conversaciones que alguna vez tuviste con alguien, que deseaste decirle algo y no te salio porque lo que te dijo te dejo cual cubito de hielo. Ahí se te ocurre que hubiese pasado si hacías tal cosa. Entendes un chiste o comentario que te hizo un pibe hace unos meses y siempre te quedo en la cabeza porque no lo habías entendido, tratando de descifrar que quiso decirte en ese preciso momento. Conclusiones existenciales de quien sos hoy, hacia donde vas, que queres en la vida. Es cuasi una epifanía. Se te ocurren mensajes de texto geniales para hacerle una joda a una amiga con la que no hablas hace mucho. Te arrepentís en el camino porque tenés los guantes llenos de espuma, no vas a poder apretar bien las teclas y sacártelos implica muchas otras cosas que no estas dispuesta a hacer. Vas a buscar otra cosa al lavadero y pasas por en frente de la compu. Ves que te hablaron. La ventanita en naranja y contestas medio monosilabito porque estas llenando el teclado de limpia baños universal. Otra cosa mas que hay que limpiar después. Ya para esta altura te estas muriendo de calor y en la radio te anuncian que hacen 28 grados. Como si tuvieses un sauna instalado en tu casa. ¡Menos mal que estoy haciendo mantenimiento y no limpieza a fondo!. En el transcurso de las horas vas llegando a puntos de restauración para cuando se te queme el disco. Ahí pensas volver en algún momento cuando tengas problemas y tengas que volver a pensar las cosas.

He aquí entonces una de las conclusiones a las que se pueden llegar estando drogado por productos de limpieza. Uno se acostumbra a las cosas. Es así. Se acostumbra a tenerlas y a no tenerlas. Es aplicable a las personas y a las cosa materiales. Vamos a hacer una analogía entonces entre lo que pasa con un ser humano y un electrodoméstico.

Pasaste toda tu vida sin microondas. Un día experimentas lo que es tener descongelado el bife en 2 minutos. En tu casa. A la hora de cocinar. Te empezas a encariñar con el aparato. Lo usas para todo. Cuando hay sobras las calentas ahí y listo. Él solito hace todo. Recordemos que se puede aplicar a una relacion. Sigamos. Vas a un hogar donde no tienen microondas y te preguntas como hacen para vivir sin el. Como harías vos, ahora que lo tenés en tu vida para estar sin el. Como hiciste para estar tanto tiempo en otra situación. Es ideal. Es lo que querías. Es lo que necesitabas. ¿En serio es?. En tu cabeza no hay otra posibilidad. Un día se rompe. Metes el café, pasa 1 minuto y sale frío. ¿Qué esta pasando?. Lo desenchufas, lo dejas descansar, no metes mas cosas, lo golpeas, si podes le preguntas que le pasa. Recordemos nuevamente que esto es aplicable a una relación amorosa. ¿Qué paso entonces? No funciona mas. Se rompió. Empezas a pensar en todo lo que significa que haya sucedido esto. Tengo que llamar al service, me tienen que avisar como hago, lo tengo que llevar, lo vienen a buscar, me va a salir caro, me compro uno nuevo, no tengo plata, como hago para seguir descongelando la carne. El shock. ¿Cómo sigo mi vida sin el microondas?. Esta ahí. Sobre el mueble, sin usar, no sirve, no funciona como debe. Es un cadáver de algo que alguna vez fue bueno y ahora no lo es. Tiene solución. ¿Es la mejor?. Evaluas todas las posibilidades, después del llanto por la bronca. Justo cuando pasan todas las otras cosas ¿también se tenia que arruinar esto? Se esta rompiendo el tele, no funciona el calefón, las paredes se caen a pedazos. Volvamos a recordar que es aplicable a los seres humanos. Mi vida es un desastre. Dejas que pasen las semanas. Y el electrodoméstico sigue ahí. Muerto. Un día viene alguien, que te dice que te va a ayudar. Tus viejos, tus amigos, y te acompañan a llevarlo al service. Vas resignado a que te van a cobrar mucho, no lo van a poder arreglar, ya no va a servir. Y lo dejas. Un papel dice que ahí te solucionaran el problema. Y tenés que cocinar, porque sino te morís de hambre y no podes vivir de delivery. Empezas a ingeniártelas para recalentar las cosas, usas las ollas que tenias olvidadas en la alacena, te acordas de sacar el bife 3 horas antes para que no tenga hielo, el café por un lado y paralelamente calentas la leche en un jarrito. Existís. Te das cuenta que podes seguir. A veces te da un poco de fiaca porque significa hacer esfuerzo cuando con el microondas era fácil. Pero lo haces. Seguís adelante. Te empieza a parecer divertido porque innovas con las comidas. Cambias tus hábitos de vida. Cambias tus costumbres. Empezas a ver la hora de poner las sartenes al fuego como un momento para poner música y bailar, no estar idiotizado mirando tele mientras el plato adentro del cubo blanco gira y cocina tu comida por si mismo. Te dan ganas de invitar a la gente a comer, porque ahora probas cosas nuevas. Ya no te importa tanto que el tele no funcione y que el calefón se apague. Escuchas radio y te vas a bañar a la casa de esa amiga que no ves hace rato. Te dedicas a leer libros. Y escribir un blog. Un día recibís un llamado. “hola te llamamos del servicio técnico de…”. Volvió a la vida. Tu aparato funciona de nuevo y tenés que ir a buscarlo. Y ahora ¿como hago para incluirlo en mi vida de nuevo? Ya me había acostumbrado a esto. Lo buscas y lo apoyas gentilmente sobre el mueble. Lo probas tímidamente con un café con amigos y el tipo funciona. Pero ya te olvidaste de cómo era vivir con esa facilidad, esa comodidad de las cosas. Sentís que te va a tirar para atrás. Ya probaste una vida con algunas dificultades pero mas divertida. Como solucionas esto. Estas un escalón mas arriba. Recordemos que se aplica a circunstancias de amor. No queres volver a lo de antes. Queres algo nuevo. Y seguir disfrutando de lo que venís viviendo. ¿Entonces?. Seguís como venias y tenés la capacidad de incluir tu microondas en algunas de tus actividades. No te permitís quedarte sentado mirando tele mientras hace todo solo. Le das la oportunidad de que te ayude en algunas cosas, pero seguís bailando mientras tenés el fuego prendido de las hornallas y revolves eso que con tanto gusto te estas cocinando…

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