martes, 1 de marzo de 2011

La necesaria levedad del ser...

Bueno me declaro absoluta y felizmente superficial. Resulta que salí por ahí a comprarme ropa. Con la excusa de que necesito para el trabajo y no tan excusándome recorrí una avenida de la city. Todo lo que me probaba me quedaba como el culi. O sea... ¿Es tan necesario que cada camisa que me pruebo me haga panza de embarazada, me apriete las lolas, me haga parecer mas enana de lo que soy?. Sumémosle a esto el mal humor natural de la situación en la que estoy. No es ese momento del mes, para eso falta. Estoy con otro tipo de cuestiones. En fin. Caminata para allá, acercándome al centro. Caminata de vuelta. No me duelen los pies, raro para haber pasado 2 meses de relax. De rasketing. El deporte que se hace en verano. Con lo que están saliendo los taxis no quiero ni pensar en el cansancio. Entonces volvía. Unas pintadas en la vidriera hechas por alguien que seguramente se parecía al Grinch me llamaron la atención. Por que hay que saber diferenciar los tipos de carteles que aparecen en los frentes de los locales. Una cosa es esa tiendita que dice “ofertas” nada mas, ves la ropa en los maniquíes y es medio pelo pero te comprarías esa remera igual. La clave esta en que sale solo $48. “listo hago negocio” (pensas por dentro). Entras al local con cara de simpática, porque sino las vendedoras que tienen toda la paja del mundo de atenderte aunque sea su trabajo, y en el caso que hayas divisado la prenda en alguna percha la agarras. Sino tenés que recurrir a preguntarle a la tipa esa que esta mirándose las uñas y no te presta atención porque es mas importante estar pensando que le va a decir a su novio esta noche que en responderte. Pero ¿cuál es el tema de esto? La etiqueta de la camisita esa divina que te estas probando tiene tachado un numero que representa el precio que tenia hace 4 días. INDIGNACION. De $52 la bajaron 4 pesos nada más. Salís con cara de “¿me estas cargando? ¿Qué corno están rebajando?”. No es por ser rata. Es por la intención de la dinámica de la época de liquidación. Si vas a bajar los precios, hacelo en serio, no me tomes el pelo. Te das media vuelta y te vas. Porque además la remera te quedaba como el culo.

También están esos locales donde las rebajas son en serio. Como el que venia contando antes. Las paredes estaban escritas con aerosol y los zapatos estaban todos desparramados. Colores por acá, colores por allá, tacos, chatos, tachas, etc. todos juntos. Cual fideos. Encontras los que te probaste 4 cuadras atrás pero en el color que querías. Listo, la tenés resuelta. Antes habían tocado tus pies en color marrón chocolate (soy nena, y nosotras describimos los colores de la moda así), pero ahora los viste en negro. Son más combinables. Seguro me van a quedar mejor. Y...¿qué pasa? Te quedan horrendos. Las tachas te hacen ver sadomasoquista. Te das cuenta que el detalle del tobillo no se va a ver en invierno porque vas a usar pantalón y van a parecer unos simples zapatos chatos. LA CALENTURA. Hoy no es el día para comprar nada (pensé ofuscada haciendo ruidito de “ufa”, los que entiendan bien y los que no tengan mas imaginación). De repente voy a tirar el zapato a la montaña de Chow mai de calzado que había en el piso del local. Los veo. Hermosos. Altos. Tacos. Color coral (va la descripción de nena otra vez). Me los pruebo riéndome porque se que me van a resultar incómodos. Además el modelo me va a quedar mal. No tengo con que combinarlos. Pero como esos hombres que pensabas que eran inteligentes y no lo son, te sorprende. Sos como cenicienta. Perfecto para tu pie. Y esto se pone mejor. Los divisas, en un color mas adecuado para tu vida, para toda tu ropa y vas rengueando porque con un pie tenés 7 cm más de altura y con el otro arrastras la chatita que traías puesta. Te lo probas. Te queda más perfecto que el otro. El vendedor se te acerca y te dice que te quedan lindos. Sabes que te lo esta diciendo para que los compres porque le pagas el sueldo. Y como no podes decidirte el color te dice que tenés que ponerte de novia con un vendedor de zapatos. Te reís (obvio esperando que mágicamente te haga más descuento del que ya tienen los shoes). “ME LOS LLEVO”. El placer de decir eso. Te llevas el mundo puesto. No te importa mas nada, porque vas a sacar la plata de tu billetera y vas a pagar tu nueva forma de caminar. El Sr. vendedor no para de halagarte y ya te estas poniendo de color zapato coral. Sin pensarlo se te salen las palabras “ay me estas subiendo el animo” con la cara de mas mina idiota que pueda existir en el planeta. El tipo te pregunta “¿por qué bombón?” mientras abre la caja registradora. “es que hoy me sentía mal y salí a comprarme algo, ropa, lo que sea, y todo me quedaba mal. No era mi día para llevarme nada nuevo a mi placard pero bueno, con esto se me cambia el panorama”. Paremos ahí. O sea, flaca ¿Qué te comiste? Tenés un flan de cerebro. Te dan la bolsita con la caja que adentro contiene esa novedosa forma de deslizarte por el suelo y te das cuenta que sos feliz siendo tarada por un momento sin sentir que necesitas pedirle turno YA al psicólogo…

2 comentarios:

  1. Me considero compradora compulsiva. Pero ojo, el placer de comprar no es así de simple como suena, el placer de comprar va acompañado de un humor que pasea por nuestras cabezas de vez en cuando, en que TODO LO QUE TE PROBÁS TE QUEDA BIEN (o al menos momentaneamente, es probable que cuando lo vayas a usar te mires al espejo y digas "esto me compré?"). Esos días vas de local en local y no te puede faltar una compra en cada uno, así sea un chicle en el kiosco, una remerita en uno, un par de aros en el otro. Pero para las compradoras compuulsivas hay otros días, como el que tuviste vos esta vez y como el que tuve yo antes de ayer en los outlets de gurruchaga. NADA TE QUEDA BIEN, pero cuando te enamorás de algo, casi que ni mirás el precio, ni te fijas si la rebaja es de $4 o de $40, te lo llevás... y con eso alcanza, es la misma sensación de saciedad que te da una Mcnífica con mucha hambre... y se llama felicidad en polvo, es tan potente que el efecto colateral es una sensación de relax que te hace olvidar del resto de los locales y tener ganas de ir a tu casa y ESTRENARRRR YAAAAA LO QUE TE COMPRASTE.
    Firma: máscompulsivaqueunacabra

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  2. Jajajaja... Muy bueno!
    Aristóteles dijo: "el hombre es esclavo de sus palabras y dueño de sus silencios".
    ¡Increible, ¿No?!

    Besos, Juliet.

    FER!

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