sábado, 1 de diciembre de 2012

Salteado y con sal


El problema real no es el problema. Son las secuelas. Porque si nos ponemos a pensar un poquito, un problema tiene solución. Encontrarla no siempre es fácil pero tampoco es que no existe. Todos los problemas tienen salida, incluso esos que parecen imposibles…que a nosotros no nos guste la respuesta no significa que no sea válida. Que nosotros nos generemos síntomas como los orzuelos semanales para tener cerrados los ojos, o anginas psicológicas para no aceptar una situación es otra cosa.
La secuela que últimamente vivo en carne propia es la del delirio celotípico. Esta denominación inventada por mi amiga del alma es generadora de los más ridículos pensamientos. Ver una foto sacada a las 10 de la mañana donde la persona aparece, te lleva a pensar lo siguiente “Que linda foto. Ah mira hoy se puso ese buzo que me gusta. Ah que bien, se debe estar yendo al trabajo. Que graciosa la foto….en la que él aparece, y si él aparece…entonces…QUIEN SACO LA FOTO?...ah listo, no te lo puedo creer…seguro es alguien..a las 10 de la mañana..ah listo, se quedó a dormir. Ah bueno, lo voy a cagar a piñas”
Claro, no se nos ocurre pensar que puede haber sido un amigo, o que esa foto se sacó en otro momento y ese día la subió. Eso se le llama secuelas posteriores a problemas ya resueltos.
Otra cosa en la que soy experta, además de las secuelas, es en entender bien las cosas que se deberían entender mal, y al revés. Por ejemplo, las normas de interacción social. “Hola, cómo andas?... (charla de relleno durante 1 hora)… vamos a tomar algo?”. Claramente esto no lo concibo. No digo que sea malo, simplemente yo no comprendo. Según mis amigas esto es lo normal. Creo que tengo la tendencia a entender más el golpe de cavernícola, que implica un “me interesas y quiero verte”, a la charla civilizada y correcta.
Sumando habilidades a mi cv puedo admitir que tengo un serio conflicto con los signos. Necesito señales del estilo STOP en mis vínculos con la gente porque sino no me doy cuenta y cruzo la calle. Después viene la multa y no tengo resto con que pagarla. Ahí es donde recurro a los llamados a mi madre a las 11 de la noche un domingo llorando o me sumerjo en mi futon a mirar películas tomando café. Ni hablar de los signos del lenguaje. Los puntos finales me cuestan como a nadie. Y los de exclamación para darle énfasis a mis decisiones ni te cuento. Los signos de pregunta son los que mas fluyen por mi vida. Siempre cometiendo el error de darle oportunidades a las personas, porque un signo de interrogación habilita a que la respuesta esté en la vereda de en frente. Si te contestas vos mismo tenés un grave cuadro de esquizofrenia o una capacidad inmutable de sobrevivir sin depender de nadie. La verdad es que hay que dejar de ponerle los signos que no van a la gente equivocada. Admito que me cuesta mucho el punto y aparte pero cuando lo pongo, olvidate. No volvés más? No volvés más…

No volvés más.

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