lunes, 9 de mayo de 2011

Saneamiento mental

Vaso medio vacío o vaso medio lleno, no es lo mismo que tener la cafetera con café preparado para cuando te levantas a la mañana con cara de zombie. Yo no se si es que me puse mayor o que tengo menos ganas de hacer las cosas, pero pensar que tengo que poner el filtro de papel, las cucharaditas del café que mas me gusta, la cantidad justa de agua, me agota. Porque encima no vaya a pasar que me paso de mambo con el agua. El café me sale color birra y ni da. Entonces ahora lo hago el día anterior y ahí queda. Porque si el mundo no hace esfuerzos, por qué los voy a hacer yo ¿no? Te matas como pelotuda haciendo las cosas bien, siendo meticulosa, y vale lo mismo que no hacerlo. Esas cosas que solo miro yo. Esos cuestionamientos que obviamente hago yo y el resto de las personas no se los hacen a si mismos. Esa facilidad de decirle al otro “lo que vos haces esta mal” sin mirar para adentro primero. En fin, cosas que le pasan a la gente común. Como darse cuenta que haces analogías referidas a cuchillos clavados en personas. No basta soñar que asesinas a 2 bepis siempre de la misma forma, ahora haces paralelismos. FLACA SOS UNA PSICOPATA. Démosle la bienvenida a mi nueva personalidad de desorden mental. Todavía no tiene nombre, pero ahí está. Puede ser consecuencia de la serie que me obsesiona, esa que el tipo es un matador compulsivo. No porque se encare y se gane a todas las minas, como algunos amigos creen que es posible, sino porque el tipo va por la vida haciendo una extraña justicia. La cuestión, es que a mi me gusta la serie, para esos momentos donde tengo ganas de desconectarme del planeta. Volviendo a la comparación, uno debe dejar ir las cosas, pero cuesta. ¿Por qué? Porque da miedo. La cosa es así. Hipotéticamente hablando, si te clavan un cuchillo, y no te matan, podes hacer dos cosas. Por un lado podes dejarlo ahí, cicatrizando, con el metal incrustado. Sabiendo que tenés una molestia, sabiendo que te cuesta caminar, sentarte, divertirte, vivir. Ni hablar de que le das la oportunidad a que el que te lo clavo venga y le de una vueltita para entretenerse. O a cualquier otro, que tenga curiosidad por venir a romperte las boliñas. Y lo peor es cuando queres quedarte con el cuchillo ahí clavado. Porque te da miedo desangrarte. Entonces preferís vivir incomoda toda tu vida, sabiendo que podrías haber hecho algo para curarte, pero no lo hiciste. De todas formas, hay otra versión de la historia. Como en los cuentos de las princesas de Disney, donde el mejor amigo se queda con el cuore roto porque la minita que el miraba únicamente y le aguantaba los días del mes, se va con el pibe galancete que no tiene dos dedos de frente. Pero volviendo a la otra visión de la acuchillada, te podes sacar el cuchillo, dejarlo que sangre un rato, apretarte la herida, subirte a un taxi sola, irte a un hospital, bancarte que te curen, que te cierren el corte, que te tengas que drogar un poco para el dolor, pero estar contenta que nunca mas lo vas a tener clavado ahí.

Esas cosas normales que se me ocurren, como comprarme un bowl más grande que tu cabeza y una tabla de planchar. Porque me encanta, como a mi madre, pasarle la plancha caliente a la ropa. Ya le dije a mis amigos que me traigan lo que quieran, que me van a hacer feliz, excepto los calzones. Primero porque no se planchan y segundo porque eso deberían hacerlo sus novias. En el caso que no lo tengan, para eso existen los lavaderos. Algún día me gustaría mandar a que me limpien los problemas, el cerebro y las sensaciones, y me las devuelvan en orden con perfume y calentitas…

2 comentarios:

  1. cómo que deberían hacerlo sus novias! jaja hay que explicarles a los hombres que la plancha no es un ser vivo, es inofensiva y entretenida

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