miércoles, 8 de febrero de 2012

Maquillaje que se corre con el agua


Me enferma ser tan minitah algunos días. No esos días, fisiológicamente hablando, sino los días donde me acoplo al género. De repente me encuentro con delirios celotipicos con motivos totalmente inaceptables…ni hablemos de que los fundamentos de tal conducta proceden de cosas totalmente irrelevantes. Para ser una persona que no es celosa, tener que bancarse un día de descontrol emocional es bastante agotador. Busco excusas para justificar mis pensamientos y por qué me enojo de tal manera con una situación o varias que no deberían ni moverme una pestaña.
De la nada se te apretuja el corazón y tenés ganas de llorar. ¿Por qué corno vas a llorar si no tenés motivos? La bipolaridad o extremos anímicos se evidencian. A la mañana estaba feliz como una lombriz (aunque hay que preguntarse como son las lombrices felices antes de hablar tan livianamente, creo yo) y de un momento a otro pasas por la bronca o por la tristeza absoluta.
Tráiganme chocolates. Bueno no, chocolates no más no. Papas fritas también, una hamburguesa, un asado, una noche en la cordillera, unas vacaciones divertidas, un viaje al otro lado del mundo…Claramente la ansiedad se apodero de mi persona.
No logro que los lentes queden limpios. Estoy todo el día en la computadora o leyendo cual lisa Simpson y tengo los anteojos para atrás. Apreto un poco mas el papel cuando lo limpio, lo paso suavecito, agarro una tela, le pongo salsa de tomate…nada! Siguen cochinos. “Será hora que los vayas cambiando” dijo Laisa. “si debería cambiarlos, como varias cosas en mi vida como la comodidad de las situaciones con las que venia viviendo”. ¡Que existencialista que me ponen un par de cristales…bue…de vidrios con antireflex!
Siguiendo con la caracterización de los momentos sensibles, que me darían un Oscar por lo bien que me sale este papel, puedo hablar sobre lo que quiero y no quiero. “te falta un amor” me dijeron el otro día. No, no me falta un amor. Si voy a tener a alguien al lado que por lo menos me invite al cine o a bailar rock de los ’50 que me encante. No quiero un amor, ni tampoco quiero EL amor. Quiero alguien se ria un poco mucho de lo ridículo que puede ser el amor. Bueno, como verán en estos días de minitah me agarra la cursilería. Dame un fernet rapidito y pongamos futbol, así lo sobrepaso rapidito.
“¿Qué harías si pudieses cambiar el curso del tiempo?” o algo así leí en un titular de una revista. Ya no me acuerdo si de papel o digital, con esto de que tengo la geta pegada a la compu todo el día ya no distingo soportes. Volviendo al título, no se si tengo ganas de pensar que haría con el curso del tiempo, si lo tomaría en clases, rendiría exámenes. Tampoco se si tengo ganas de ponerme a pensar en eso si en la pagina o espacio programado webisticamente me recomienda como hacer que mis comidas tengan menos calorías usando un edulcorante con gusto a pasto.
Hablando de comidas y esas cosas ¿es tan necesario que los kilitos de mas no se vayan? Ya que estoy en esta postura de mujer psicótica leedora de Oh lala!, Cosmopolitan y consumidora incuestionable de Sex and the city voy a hacer mi reclamo sobre la cuestión del peso. Me morfo todo y sigo igual, me muero de hambre y sigo igual. ¿QUIEN TE ENTIENDE? Mientras me saco el esmalte de las uñas para tener unos gramos menos organizo una cena con gente amiga.
Hablar o no hablar con las personas. Esa es la clave en toda esta cuestión. Esa regla de “si no me habla, no le hablo” es tan hiriente que nos encanta seguirla. El tema del orgullo dicen todas. Yo en mis días de persona común, o por lo menos en mi mundo común, no me comporto así. He sufrido varias situaciones que hoy me dan risa gracias a mi sinceridad. Sobre todo a las 5 de la mañana. Pero eso es tema viejo. Ahora con mi personalidad de nena no me sale. De repente te habla alguien que hace siglos no te interesa y te sentís un poco bien porque te chamuyen. Aunque yo les recomendaría que duden de las intenciones de los tipos que no dicen nada y dicen todo. Llamarlo por teléfono o mandarle un mensajito, enviarle una paloma mensajera o aprender a hacer señales de humo. Si le hablo soy una desesperada y si no le hablo parece que me importa poco su presencia en el mundo. ¿Por qué hoy estoy tan minita?
Lo único que me falta ponerme a escribir un diario y contarle mi vida cotidiana…oh wait! Ya lo hago con un blog…

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