jueves, 1 de septiembre de 2011

Joyeux anniversaire!

La cuestión es la siguiente: Hace 1 año exactamente se publico el primer posteo. Fue la consecuencia a la causa que se llamaba “hubiese cumplido un nuevo aniversario con mi ex”. LA ANGUSTIA se había apoderado de mi cabeza durante todo el mes de agosto. Se acercaba el día y yo no podía hacer nada. Cuando llego la fecha paso de todo menos lo que yo pensé que iba a pasar. Que de eso iba a nacer un blog. Si, porque la tipa cuando se deprime escribe. Pero además cuando se pone feliz escribe. Ni hablemos de cuando se le pelan los cables (mi pelo podría decirse, como me dijo un Sr. ebrio cuando tenia 10 años). Todo esto me hizo reflexionar sobre la costumbre o necesidad que tenemos de estar celebrando, recordando, conmemorando las cosas. Buenas y malas.

Me pongo filosófica mientras como dulce de leche del pote. Porque hoy tengo que festejar, conmemorar y celebrar que hace 1 año tuve un impulso. Tuve ganas de dejar salir todo eso que no me dejaba dormir bien. Me he propuesto en la vida celebrar las cosas más banales que puedan existir. Como por ejemplo, hace 6 días exactamente me pare en la esquina de una avenida muy ruidosa y transitada. Esperando cruzar la calle, con todo el fastidio que significa vivir en una ciudad, de repente salio el sol y un vientito bien helado me hizo darme cuenta que todavía estamos en invierno. Yo me pregunto entonces…¿Por qué no puedo acordarme de eso dentro de 10 años? ¿Qué necesidad tengo de estar recordando el día que le di un beso al bepi ese? ¿Qué necesidad tenemos de conmemorar el día que se murió un ser querido o importante para una causa? Se que es una cuestión de respeto, pero a veces nos olvidamos un poco de que hay cosas cotidianas que tendemos a olvidar y podrían ser motivo de festichola igual. El día que probé el primer vaso de fernet….yo me lo acuerdo…pero ¿cuántos de los que leen esto pueden decir exactamente en que momento fue y con quien estaban?

La cosa no está en criticar. Porque estoy cansada de las críticas. Todo el mundo tiene la capacidad, voz y voto de decirle al otro lo que hace mal. No hay que dejar de acordarse de los aniversarios con los novios, no hay que dejar de recordar la fecha en que cumplís años (si llegaste a este punto, creo que te ha visitado el alemán). Menos que menos olvidarse que algún ser humano fue significativo en nuestra vida y ya no está. Pero creo que la cosa está en festejar otro tipo de cosas. No es vivir del pasado, ni quedarse atado a lo que fue. Es darte cuenta que estas disfrutando de las cosas cuando son buenas, y que las malas fueron consecuencia de decisiones equivocadas pero que ahora no repetirías.

Por esto mi propuesta de acá en adelante es que empecemos a inmortalizar en nuestro cerebro cosas cotidianas sin tanta pompa como un san Valentín o un año nuevo. Porque al fin y al cabo, son nada mas que FECHAS. Impuestas, decididas, arbitrarias, estipuladas…a las cuales todos respondemos de la misma forma, o vamos contra la corriente. Como hacemos con mi grupo de amigas que celebramos nuestro propio dia de los enamorados teniendo por lo general una noche patetica, donde siempre pasan sucesos inesperados, donde ves a todas las parejitas apretando en el cheboli y vos estas cual loca desaforada y chivada bailando en el medio de la pista sin importarte nada. Total, el pibe que te gusta, si esta soltero no sale ese día para no comerse el garrón de la cursilería. Y si tiene novia, debe estar soportándola a ella diciéndole “te amo” cada dos minutos. Por eso nos propusimos conmemorar año tras año, el día de san Benjamin, que nada tiene que ver con nada pero nos hace felices. Propongo también acordarse del día en que te pusiste ese vestido “de la mala suerte” o como lo pienso yo “el vestido que no le encanta a las consecuencias de mis actos” que acompañó a acontecimientos inexplicables, inesperados e increíbles. Lo que no pensaste que iba a pasar esa noche ni nunca, sucede. Eso es motivo de conmemoración. Igual que el día que probas una marca nueva de chocolate.....o cuando descubrís que tu favorito bajo de precio. El esa hamburgueseada donde probaste el queso cheddar verdadero (no el de cadena de comidas rápidas). La noche que aprendiste a bailar con los tacos de 10 cm sin caerte (ni al piso, ni sobre la gente, ni sobre vos misma, ni mientras haces pis, ni cuando intentas bajar un escalón, ni cuando te llevas puestas las camperas en el centro de una ronda de gente bailando). Por este motivo es que hoy me broto mientras me bajo el pote de dulce de leche a cucharadas…

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